¿DÓNDE ESTÁN LOS KARAMAZOV?
- gonzalojesuscasano
- 9 sept 2023
- 14 Min. de lectura
Actualizado: 11 sept 2023
¿DÓNDE ESTÁN LOS KARAMAZOV?
Remordimiento, sentimiento de culpa, conciencia que no deja dormir, compunción, pesadumbre por haber obrado mal, honor mancillado, angustia por haber dañado al prójimo, insomnio por la falta cometida, incluso (tremebunda palabra) Pecado … ¿Pero de qué está hablando Vd.? Su lenguaje es anacrónico, pasado de moda, periclitado, tan antiguo como las sayas, los encajes, los tirabuzones, los corpiños, chaqués y smokings, y los vestidos de té. Pasado, olvidado, ¡hay que estar en el siglo XXI!
Esos términos/conceptos nos devuelven a los años 60, los del existencialismo e Ingmar Bergman. Ahora estamos inmersos en situaciones menos filosóficas, y más político crudas, e.g. el asunto Rubiales y los potenciales pactos con Bildu y Puigdemont. Realismo y maquiavelismo, y adiós a encrucijadas éticas y teológicas. ¡Pasado remoto!
En este hábitat socio-político de realismo y cinismo se me ocurrió (¡vaya ocurrencia!) volver a ver Los Hermanos Karamazov, de Richard Brooks. Desde luego que leí la novela, ¡era obligada!, en su día, no mucho después del acmé del existencialismo, pero para mi tesis, reflexión, aquí me basta y sobra con ese largometraje. Ante todo establecer que técnicamente es deficiente, esto es, decorados pobres, mal los encuadres, montaje deficiente, estéticamente no llega ni al aprobado; pero los actores son competentes, aunque estén mal dirigidos (Brooks no es Wyler), y el guión & diálogos …, eso sí tiene nota de sobresaliente, nada inusual en Brooks.
Entremos sin dilación en materia; las aseveraciones de Iván: los humanos no tienen inclinación a amar a sus semejantes; si Dios no existe todo está permitido, por lo tanto el crimen no sólo lo está, sino que es inevitable. Dios no existe, no hay inmortalidad; el ser humano necesita de algo Superior a él, por ello inventa a Dios. Más claro agua.
-Fiodor (el padre): supongo que tú también esperas la inmortalidad.
-Dimitri (el hijo): yo sólo espero arreglar nuestras cuentas, y que me devuelvas el dinero que me debes.
Pues sí, duro y a la cabeza, buen texto de Richard Brooks.
Arcanos, dilemas filosófico/teológicos absolutos; hay que acudir, una vez más, a D. Guillermo: La Historia es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia y que no significa nada. Tal no-sentido, muy existencialista de 68, es el ecosistema de los Karamazov.
Los Karamazov, y muchos de los personajes, están dominados por el sentido de la responsabilidad, más aún, de la culpa. Haber obrado mal, y haber manchado el honor de sus semejantes. Ahí está el viejo militar, muerto casi de hambre, con su niño pequeño muriendo de tuberculosis, pero incapaz de aceptar el dinero sucio de Dimitri, porque éste le ha ofendido: no puedes comprar mi honor, y le arroja los 200 rublos a la cara. Escoge la miseria, la muerte de su pequeño, antes que la deshonra; pues sí, me viene a la mente El Alcalde de Zalamea, y similares de muestra literatura de Oro.
Todo esto es lo que me choca, lo que se me presenta como anacrónico. Lo que se ofrece a nuestros ojos, y nuestros cerebros, respecto a la clase política es la pura eficacia, el absoluto descuido de esas grandes cuestiones Dostoievsky. Los políticos tienen un solo objetivo, ¡ganar!, al precio que sea, contra quien sea, porque ésa es su realidad: hay muchos intereses económicos en liza, muchos puestos de trabajos, inversiones, influencias; la misma perspectiva notamos en la prensa, esto cada periódico defiende a un Partido específico, del cual dependen inversiones, accionistas, muchos salarios. Cierto, vivimos (el público así lo percibe) en la cruda efectividad financiera, resultadismo: conseguir votos, echando por la borda la decencia si ello se requiere. En charlas de café, en tertulias entre amigos o conocidos el tono suele ser: lo Único que hay hoy en la sociedad, arrastrada por la política profesional, es un enfrentamiento entre Partidos; hay que apuntarse a uno, y esperar que salga victorioso. En tal caso conservarás tu puesto de trabajo (frase habitual entre funcionarios), te subirán el sueldo, conseguirás un buen destino, serás ascendido, enchufarás a tu hijo, tendrás una vida cómoda etc. Eso es la Vida, dicen los hombres de sentido común realista en las tertulias; ¿ideologías? Eso ya ni cuenta en nuestra existencia; ideas, conceptos, mejoramiento de las condiciones sociales, justicia distributiva, respeto al Otro …, paparruchadas, ingenuidad, que huele a naftalina, a ética. ¿Ética?, tan extinta como los dinosaurios; muchos ciudadanos sentimos que esto es lo que ha significado el Fin de la Historia, de las Ideologías, que no ha sido la precisamente el triunfo del liberalismo ilustrado democrático. Pildorazos de verismo político.
En la película Lord Jim (una vez más mejor guión que realización) éste ha sucumbido a lo más horrible para un marino, el miedo. Ha abandonado el barco antes de que hundiera, y a todos sus pasajeros; su conciencia le corroe tanto que decide hacer pública su culpa, y declarar en un juicio, contra sí mismo. Sí, expiación, necesidad de purgar la falta, aunque nadie te acuse, pero tu mente atormentada sí lo hace; es evidentísimo el paralelismo con Raskolnikov: nadie sabe que has asesinado a la vieja, pero él sí, y si no confiesa jamás volverá a tener paz. Grandes temas, grandes dilemas, grandes personajes literarios, grandes figuras morales.
Bueno, pues yo no me imagino a Sánchez, a Yolanda, a Puigdemont, a Otegi, ni a ninguno de los Otros, roídos por la compunción por haber mentido, defraudado, destruido los tres Poderes, robado, desequilibrado la convivencia de los ciudadanos. ¿Se imaginan Vds. a alguno de ellos (y del resto de su profesión) angustiados por haber incumplido las normas morales, y destrozados por el sentimiento de culpa? ¿Y pidiendo perdón, humillados, a sus electores? Al contrario, les dirán: he hecho lo que me pedisteis, he logrado favorecer vuestros intereses (a costa del prójimo, o del Estado, o lo que sea, me da igual, y a vosotros también). Vamos, vamos; un poco de seriedad, que esto no es una obra de Ibsen (El Enemigo del Pueblo) o de Ingmar Bergman; que hay hemos dejado atrás a Sartre y Camus, y aquí nos estamos jugando las habichuelas y nuestros empleos (y componendas); dejen esas disquisiciones sobre la integridad a los filósofos, que no tienen nada mejor que hacer, en sus torres marfileñas, o a escritores rusos mesiánicos y paneslavistas.
Lo del sentimiento de culpa, argüirán incluso, ya demostró Nietzsche que es un invento de los sacerdotes judíos, para domesticar a la bestia rubia, a las razas poderosas y vencedoras; una emoción de débiles, de fracasados. Y nuestro Partido (el que sea) no tiene ninguna intención de ser un perdedor; agarrar el Gobierno como sea: esto vale para la izquierda, para la derecha, para el centro, para los de arriba, para los de abajo, y para todos los colores. Siglo XXI, maquiavelismo destilado.
Sus propios colegas marinos le reprochan a Lord Jim que quisiera hacer pública su cobardía, porque les ensucia a todos, a todos los de su profesión: si uno de nosotros tiene miedo, cualquiera pueda tenerlo. Cierto, ocurre con otro, que se suicida. ¿Se imaginan Vds. a alguno de nuestra clase política (aludo a la occidental) quitándose la vida por haber perdido su honor, por inmoral? ¡Cielos!, eso sí que sería un soberbio argumento de ciencia ficción, Oscar seguro.
En fin, esto es lo que hay. Y dese luego no matemos al mensajero, ni despedacemos a nuestros dirigentes: cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Y el analista atrevido podría ir mucho más lejos, i.e. esto del sentimiento de culpa y la conciencia royendo es rasgo de las latitudes hiperbóreas, de esos pueblos sumidos (y consumidos) por la angustia existencial, y el Pecado, Kierkegaard y Dreyer, siempre preguntándose, y acusándose, de malos pensamientos, aunque no lleguen a los actos, continuamente planteándose si son los favorecidos por Dios, o si le han ofendido. Carne para psicoanálisis; pero en las latitudes mediterráneas no nos comemos tanto el coco; la luz solar no hace diáfano el Asunto: hay que sobrevivir en esta colectividad humana hobbesiana, como sea, ¡esto es Darwin! Y si ofendes al Todopoderoso, pues te confiesas y santas pascuas, y luego vuelves a hacer …, lo necesario, para ti y tus hijos, y los escrúpulos para hombres santos y filósofos morales. ¡Ay! Pues visto desde este perfil, considero que esta teoría sobre el mundo (social) sí que es merecedora de unas reflexiones, ¡hum!
Brooks lo recoge estupendamente en su texto. Dimitri deseaba con todas sus fuerzas matar a su padre (¿el padre edípico quizás?), pero las circunstancias, benéficas, se lo impidieron. Lo declara abiertamente en el juicio, a sabiendas de que ello puede causar su condena a muerte; se halla en una situación psicológica en la que le domina completamente la necesidad de purgar su culpa, i.e. el Deseo de asesinar estaba dentro de él, su no cumplimiento fue accidental. Esa voluntad de matar ¿es suficiente para que haya Pecado, para ser apartado por Dios del grupo de los Elegidos? Su inmoral intención, no ejecutada, ¿le condenará para siempre al Infierno? La conciencia que le muerde cada noche como un perro de presa, y no le permite el descanso.
Muy luterano esto también, de Kierkegaard. Seguro que Vds. habrán oído la contrapartida en muchas charlas (a mí me lo contaron como de Arguiñano p.ej.) relajadas de sobremesa …; es que el catolicismo, comparado con las angustias protestantes, es cojonudo, i.e. pecas de lo lindo, a gusto y a mansalva, luego vas al confesionario, el cura te perdona, tras multa de unos pocos rezos, y ya estas purificado; de modo que al día siguiente a seguir jugando, estafando, mintiendo, explotando, engañando a la Puri etc. etc., en una cadena de actos indecentes con innumerables eslabones. ¡Ah!, pero para el protestante, luterano, no es tan fácil, en absoluto; si la voluntad de pecar está en tu mente, no se borra la Culpa, nunca; Pepito Grillo te persigue implacable, como un cazador de recompensas del Lejano Oeste, y al final te atrapará. Nada eliminará tu mancha.
Expiación, ésa es la clave. La requiere Dimitri, y sobre todo Lord Jim. Recordemos a su colega marinero: si uno de nosotros puede ser débil, abandonar el Barco, cualquiera de nosotros podría hacerlo: nos has manchado para siempre. Y quien así se expresa terminará por cometer un acto de suprema cobardía, y suicidándose por remordimiento. Pura tragedia griega, de la mano de Joseph Conrad y Richard Brooks.
Porque Jim ante todo y sobre todo necesita purgar (no estamos con Stalin) su Falta; si no logra será el Holandés Errante, el marino maldito para las Erinias, ¡para siempre! Y efectivamente, halla el modo (Patusan Patna) de redimirse, de modo muy acorde con el cristianismo, a través de sus actos heroicos, y al final con su muerte por los Demás, el Prójimo.
Después de este largo excursus, en territorios metafísicos e hiperbóreos llega la hora de descender a la candente actualidad, al Mediterráneo. ¿Sentimiento de culpa, mala conciencia nuestros próceres políticos por sus actuaciones, no sólo deseos mentales, tras el 23J, 2.023? ¿Quiá?, en absoluto, de ningún modo; han actuado como debían, i.e. siguiendo los intereses de sus electores, que son su único Fin moral. El Gran Bill Shakespeare ya dijo aquello de: la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes …; en el caso de los hombres públicos carpetovetónicos no hay peligro de tal cobardía, por ausencia de … ¡Ah!, y siempre siempre, cada pueblo tiene el gobierno que se merece: los periódicos repiten cansinamente, ¡es lo que hemos votado! En esto, una vez más, otro clásico de la denuncia de la plebe: el que exista una masa con forma humana no quiere decir que sea el Pueblo, ¡eso hay que merecerlo! No es suficiente, social y éticamente, que el Estado te dé una papeleta para votar, ¡Hay que merecerlo! Como en el ethos calvinista, se demanda esfuerzo, empeño, integridad.
Si la ética kantiana se resume en una sola proposición, obra de tal manera que tomes a la persona humana siempre como fin, la suya lo mismo: obra de tal manera que consigas ganar las elecciones. Conseguir el mayor número de votos, he ahí el Tema, la única regla de conducta, en política, en ética, en la existencia.
Dostoyevski, Conrad, Ibsen, Bjornson, Kierkegaard …, nuestra clase política está a años (éticos) luz de ellos. ¿Será una extraña mutación darwiniana del Homo Sapiens, que ha eliminado la médula espinal moral?, el surgimiento de una subespecie homínida, el Homo politicus mediterranensis? Bueno, visto lo visto, no da la impresión que sea sólo del mare Nostrum, sino de todo el continente europeo. Y no sólo de éste, porque desde luego Donald (no el pato) Trump tampoco tiene trazas de experimentar escrúpulos de conciencia por sus tropelías, y parece descansar muy bien por las noches; y los Otros, rivales, no presentan credenciales óptimas.
La hipótesis ha de ser por tanto que la extraña, rara, mutación genética es la de esos hiperbóreos, Dostoyevski, Conrad, Ibsen y Cía. Ellos son la minoría, el grupo peculiar; sí muy leídos, prestigiosos, ¡en literatura!, reservados para círculos universitarios, pero ignorados como modelos de conducta. En fin, posiblemente la solución sea prohibirlos en los curricula de Bachiller, no vaya a ser que a algunos adolescentes les dé por leerlos con atención, y seguirles. No, nuestros gobernantes no pueden arriesgarse, ¡Dios bendito!, a semejantes influencias deletéreas en la juventud; así que se debe los programas se focalizarán, como es lo adecuado, en feminismo, machismo, LGTB, psicopedagogía, derechos animales, ecologismo extremo etc. Todo ello sí que va con los tiempos (¿cuáles?), y no esas sandeces existencialistas, moralistas, filosóficas. Norma única de comportamiento, Ley Moral Universal: obtener el triunfo en los comicios, como sea.
“¡Me comí su hígado regado con un poco de Chianti, chchcchch! El chasquido de la lengua, de regusto y deleite culinario, de Hannibal el Caníbal sigue siendo mítico en la historia del séptimo arte, y nos sigue haciendo estremecer a muchos: ¡Dios mío, qué espanto! Claro, es que se ha comido el hígado de una persona, no de una vaca. La literatura, el cine, y las series de TV en especial, acuden a este tipo de personajes en ocasiones, buscando emociones y tirón en la taquilla; un personaje al que se le muere su madre de cáncer invasivo, ¡le da igual! Su hijo adolescente muere aplastado por un camión de gran tonelaje, ¡le deja indiferente!; individuos que carecen de empatía con sus semejantes, peor que no experimentan dolor, sufrimiento, desgarro ante las desgracias de sus seres queridos; seres skin empatía con los otros hombres, que no sufren con ellos (sym-pathos): tremebundo; y dicen que haberlos haylos Ya imaginan Vds. por qué saco ahora esto a colación; ¿imaginen que el Soberano (no el licor) de un Estado sufre de esta condición psicológica?,¿o un número elevado de miembros del Parlamento)?, o, conjetura angustiante, ¡un elevado número de ciudadanos, cuyos votos son esenciales para la gobernabilidad de la nación! Pues no habría gobernabilidad; ni de hecho vida colectiva digna de tal apelativo. Ya puedes contar con una gran estructura política, leyes racionales, Montesquieu a tope, inspiración ilustrada etc., si los ciudadanos no experimentan sentimientos de compasión, afectividad, tendremos un Caos. En suma, por muy racional que sea el sistema de leyes, si la naturaleza de los individuos es “insensible” al Otro, ¡uf!, no hay nada que hacer. Desde luego que tipos así, con esa patología, son rarísimos, como los perros verdes o los cocodrilos anaranjados.
Bien, de momento …, porque, ¿cuántos hombres públicos hay que manifiesten incapacidad para el sentimiento de culpa, la conciencia que remuerde? ¡Ay, ay! Las observaciones empíricas, de la conducta en los parlamentos, dan indicios de que su número no es reducido. ¿Y cuántos ciudadanos tienen los mismo rasgos, indiferencia hacia el “pecado” (propio)? ¡Hum! Aquí ya nos tememos que los números no son reducidos; yo no tengo dudas de que seguidores de Maquiavelo hay muchísimos, en todos los votantes de todos los países; y de los sofistas aún más. ¿Cuál la máxima que rige sus acciones, en política y en moral?, pues hacer lo que más conviene en cada momento, y los Otros que arreen, o que les por saco, porque yo debo preocuparme por mis hijos, y ya está; es más, aunque no lo admitan, ¡eso es lo que todo bicho viviente (humano se entiende) hace!, aunque luego le den un barniz ético, la máscara del no-héroe. Desde luego que Vds. lo habrán oído miles de vedes: sí, mi conducta es egoísta, pero es que es la de todo quisqui. Aquí está la Gran Justificación: es que Todos lo hacen. Así anulan, de un plumazo, o de un cañonazo de realismo sofista, lo de: obra con una máxima que pueda convertirse en Ley moral universal. Esto para Kant, y para Alexis Karamazov, que son unos ingenuos, más que los que aún no han hecho la primera comunión: no saben cómo es el Mundo Real; son tan buenos, que son tontos: frase mil veces repetida. Mi modesta réplica a esos Realistas/sofistas es: apliquen a mansalva esa regla de conducta en la sociedad, y al poco comprobarán empíricamente que ésta no existe ya. El homo homini lupus,, con su supuesto verismo, es un ácido que corroe la convivencia entre los Homines Sapientes; sigan Vds. por ese sendero ¡y ya verán! He ahí el aviso para navegantes que ofrezco modestamente (kantianamente) a nuestros gobernantes, y a los que aspiran a serlo, tras el 23J de 2.023. ¡Mucho ojo con el todos son poco altruistas!, porque si empezamos a practicarlo a gran escala, será la profecía que se autocumple, y se desaparecerá el Estado, e incluso la colectividad. Así que volvamos nuestros ojos hacia Iván, Dimitri, y ante todo Alexis Karamazov.
Ahora me gustaría hablar un poco de cine, ¿por qué no?, mi gran afición. Me reafirmo en que el guión de Brooks es de primera categoría, pero ¿el largometraje no lo es! ¿Qué ha ocurrido, por qué no impacta al espectador? Mi primera respuesta es la pobreza de la producción, esos decorados tan reducidos, incluso claustrofóbicos, impropios de una gran novela, de un gran tema, de una gran disciplina como la filosofía (y la teología). Pero me temo que no es eso únicamente; la composición de los encuadres, la ubicación de las figuras en ellos, el lado “pictórico” es deficiente. Tampoco los cambios de plano, el tono conseguido (no conseguido) por el montaje es bueno; hay portentosos diálogos, sobre cuestiones transcendentes, con imágenes indignas, pobretonas de expresión, de belleza pictórica. Todo esto a pesar de que Brooks ha contado con el más grande de los directores de fotografía, John Alton; éste fue incluso, ya en 1.949, un teórico de ese campo, (Pintando con la Luz), y hay piezas del séptimo que merecen contemplarse sólo por su trabajo; pero …, Brooks no le sacado el jugo a este gran técnico.
Con Brando y Wyler, sin tocar el texto, tendríamos hoy en día una obra maestra, ¡lástima!; incluso sin Brando, porque Brynner es eficaz, de hecho todos los intérpretes. Ahora es el momento de rendir homenaje a Richard Basehart, secundario de lujo, un tanto olvidado, perdido en Viaje al Fondo del Mar. Un intérprete de gran potencia dramática, en muchos de sus trabajos aparece continuamente desgarrado: sólo mirarle te produce desasosiego, te remueve la conciencia; esa capacidad actoral está al máximo en la composición de su Iván. Éste es central en el drama, casi más que Dimitri, y Basehart lo borda. El asesino, el hijo bastardo, asegura a un atormentado Iván, que fue él, con sus revolucionarias concepciones sobre la licitud del crimen, quien le incitó al asesinato; ahora tenemos a Iván como posible instigador, cerebro motriz del parricidio; porque sí, también Iván deseaba en el fondo de mente, asesinar al padre. Así que, otra vez la pregunta de si la voluntad de pecar es suficiente para que haya Falta, para ser condenado al Infierno, para no ser de los Elegidos.
Dostoievsky no deja títere con cabeza, y Brooks tampoco; remordimiento por todas partes, ¿hay alguien inocente?, ¿alguien merecedor de la bienaventuranza, de la dicha eterna? Todos parecen necesitar purgar sus delitos, de pensamiento o de acción, como Raskolnikov. Éste tuvo que hacerlo en la cárcel, en Siberia; y después del Crimen acepta gustoso el Castigo, impuesto por la sociedad y los jueces: ello es preferible a su conciencia mordiéndole el alma sin cesar, noche tras noche.
El cine nos ha devuelto a la literatura, y ésta al principio: remordimientos, sentimiento de culpa, conciencia de pecado. Aquí hemos de quedarnos, porque no hay noticias de tales emociones en la vida pública actual de nuestra nación, ni en la de muchas. Francamente no sé cómo los miembros de los Partidos y del Gobierno alcanzan tal nivel de insensibilidad a los dilemas éticos; ¿harán cursillos especiales, con psicopedagogos, para adormecer sus emociones morales, su consideración del Vecino? Si es así, tales psicólogos son excelentes, como los dentistas anestesian los nervios y o se siente nada. ¡País!, ¡adivinen a cuál me refiero! Y hay muchos más de esa cuerda. ¿Dónde se han ido los Dostoievsky, Ibsen, Conrad?
¡Malos tiempos para la lírica!, y para el imperativo categórico. Y con todo …, la Marca España está siendo dañada, la Imagen muy cuestionada, por esos contubernios trapaceros, que ni siquiera merecen el apelativo de negociaciones políticas. Un país de falta de palabra, de chanchullos, que por tanto no invita a las multinacionales a invertir. Pues sí, seguir a Dostoievski, a Kant, puede ser “rentable”, financieramente incluso, porque quienes lo hacen tienen palabra de honor, i.e. cumplen sus contratos, los cuales son la esencia de la economía, y de la sociedad. Porque sí, en el capitalismo, el de Adam Smith, la prosperidad (Ventaja) de Todos se logra con el comercio, con cumplir a rajatabla con los Contratos, con la palabra dada a la contraparte económica. Contrato: esencia (origen) de la sociedad humana, de la economía de Mercado, ¿y de la ética? ¡No lo olviden, Homines politici!