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HORIZONTE …, NO DE GRANDEZA

  • gonzalojesuscasano
  • 29 jun 2024
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: 5 jul 2024

HORIZONTE …, NO DE GRANDEZA

 

“Cuando la leyenda se convierte en hecho, ¡imprime la leyenda!”

 

Ayer hice mi buena obra de la semana, que confío en que reduzca considerablemente mi estancia en el Purgatorio (ya de por sí corta, porque mis culpas son escasas, ¡je, je!), porque puse mi granito de arena para que un prójimo no pierda su casa. Mi acto fue comprar una entrada de cine para una sala cinematográfica, donde se proyecta Horizon: An American Saga (la traducción es sencillota desde luego), y ese congénere es evidentemente D. Kevin Costner.

Entré en el auditorio con sólo los encabezamientos de las críticas de prensa en el coco (las leo habitualmente después de ver el largometraje): todas unánimes en su negatividad. Mi actitud era de ir a la contra, no porque Mr. Costner sea mi actor preferido (lo son, de la generación posterior a él, Bardem, Cumberbatch y Fassbender), sino por mi inclinación desde mi (distante) adolescencia a las de vaqueros, cuya escasa, o nula, presencia en la cartelera me duele, ¡y la reclamo!

Infortunadamente, tras abandonar el recinto cinematográfico, mi juicio coincide (evento no muy usual) con el de los reseñadores: Horizon no es buena.

Pero, pero, pero …, hay muchos peros a ese “descarte”, que procedo a elucidar.

Comencemos por el principio, porque si no hacemos por el final ¡menuda inconsistencia!, además el hilo de Ariadna embrollado, y no salimos nunca del Laberinto, ¡uf!

Mis consideraciones son las de un puro aficionado, puesto que no me respalda ningún diploma o título de estudios fílmicos, pero tras muchos decenios de ver, y analizar un poco, asevero que Horizon no es en absoluto de la estirpe de La Diligencia, Solo ante el Peligro, Raíces Profundas, Centauros del Desierto, Horizontes de Grandeza y demás.

Ante todo, sobre todo, y por encima de todo no hallamos en nuestro producto esos espléndidos planos generales/panorámicos, con el horizonte nunca en el medio (Ford al joven Fabelman). Horizon no es una cadena larga de encuadres/pinturas, de belleza indiscutible, que rivalizarían con las obras del Academicismo (pompier para los detractores); no, y no, no es una sinfonía de imágenes de indudable estética, y aquí marca la primera, y probablemente esencial, diferencia con esos clásicos. Así que Costner no es un digno continuador de los grandes del género, ni un renovador con el mismo potencial estético, no es un fabricante de incuestionable Belleza …, y tampoco lo pretende, porque su “juego” es en otra cancha.

Así nuestra obra no está a la par de esas inmarcesibles, en absoluto, y ahí aciertan los comentaristas. Yendo una vez más a lo fácil …, si el objetivo hubiera sido crear imágenes/pinturas de esas que quitan el hipo, las ganas de pelearte con tu suegra y de defraudar al fisco, el productor Kevin habría contratado los servicios de Villeneuve, Kosinski, Fincher o el mismo Ridley. Con ellos moviendo la cámara, o dejándola en su sitio adecuado (Ford dixit) habríamos obtenido un largometraje de poderío visual comparable al de esos Grandes, sin duda. Pero Costner ha dirigido él mismo, y no es un “pintor”.

En la primera gran escena de acción (y no es el único caso) p.ej. nos topamos con un montaje atropellado, embarullado, donde el espectador se siente confuso respecto a lo que ve (o no) …; sí claro, como los propios personajes, ¡pero no cuela!, no es así en el séptimo arte.

¡Un momento!, ¡quieto parado! ¡Pero si D. Kevin estuvo en Los Intocables con De Palma!, de modo que fue testigo y actor de cómo este último rodaba la escena de la escalera, un clásico, al igual que su propia inspiración, El Acorazado Potemkin. Sostengo hace muchos lustros que tal pedazo (¡) cinematográfico debería ser de obligada visión en los las escuelas de cine, y que nadie, desde El Maestro, ha poseído tal dominio de la técnica fílmica. Pero no, ninguna huella de ello en Horizon: ese dominio para empalmar las tomas creando continuidad e impacto. Ya que estamos, De Palma habría sido capaz de utilizar largos planos con desplazamiento de la cámara en situaciones de violencia/dinamismo, donde nuestro hombre edita a lo loco, generando un follón visual …, que sí, expresa el Desorden de la existencia, ¡y del director! El resultado obtenido habría sido nitidez para el ojo del espectador (¡regla de oro en este arte!), ¡y goce estético!

Todas estas aseveraciones me están conduciendo a una grave acusación contra Costner: hybris, por creerse en la misma Liga que Ford, Wyler, G. Stevens, Villeneuve, Kosinski etc. Pero no, no es caritativo, ni aconsejable, juzgar las motivaciones dentro del alma de otro ser humano.

Ya verán Vds. que existen varías escenas reiterativas, donde los diálogos se estiran innecesariamente, como un chicle que ha perdido su sabor de tanto mascarlo …, ¡corta ya Kevin!, ¡pasa a otra plano o asunto!, queremos decirle: te estás repitiendo, cambia de tercio. En fin, lo de siempre, que se podrían quitar media hora a la obra, sin que se resintiera la narración. Pero he comprobado, hace ya mucho, que a Mr. Costner le gustan las películas largas, con cierta insistencia en dar con el martillo en el mismo punto: es su modo, y no le ha ido mal, admitámoslo, sobre todo en la sobresaliente Bailando con Lobos (¡qué delicia para el espectador!)

Y sí, lo anterior encaja muy bien con lo de que Horizon es en realidad un capítulo (o los tres primeros) de una serie de televisión, en las que se busca menos la síntesis, la concisión en el relato; son convenciones no escritas, porque en el sofá de tu casa aceptas de buen grado que los capítulos se prolonguen más de los razonable, puesto que los infantes se encuentran ya abrazados por Morfeo. Pero Costner ha decidido estrenar en salas.

En fin, todo esto no es en absoluto halagüeño, y después de los trompazos taquilleros de El Especialista y Furiosa, nuestra película tiene todas las papeletas para ser el próximo, máxime considerando lo difícil que está conseguir una canguro para los niños, de modo que los adultos puedan desplazarse al cine más próximo: es más cómodo ver todo en la tele; ¡pero nuestro director no lo ha querido!

Los planos panorámicos de La Diligencia o Centauros del Desierto, el ejercicio de estilo de Horizontes de Grandeza …, ¡nada similar por donde nos movemos!

Pero, pero …; mis amigos saben muy bien que si empiezo a rebullirme en la butaca de la sala, y miro subrepticiamente el reloj, es que me estoy aburriendo. Sí, luego llegará el momento del análisis, las consideraciones, la valoración, la tertulia, ¡pero el dato “duro” es que me estaba poseyendo el tedio! Aquí también miré el reloj un par de veces, temiendo que nos acercáramos a las consabidas tres horas; porque me apetecía otra hora más, para saber qué ocurriría a continuación, quién se quedaría con quién, quién moriría, quién escaparía, quién ganaría, quién se corrompería, quién se redimiría, quién se haría rico etc.; en suma, estaba enganchado en la tela de araña de la historia …, la historia sí. Algo tiene Costner director, en efecto.

Sí, habría que pegar un buen tijeretazo en algunas partes del guión, pero tampoco agobia el no hacerlo. Un acierto es el conjunto de las interpretaciones, en muchos casos por actores jóvenes, que me son desconocidos; son buenos, y además muy bien escogidos para sus respectivos papeles: mérito del director. Y donde te topas con una buena interpretación, hay alguien que la ha orquestado: de nuevo mérito de Kevin. Éste, como Clint o Redford es el caso peculiar de un actor no muy brillante (Clint es peor) que se rodea de otros que lo son en extremo, y les saca todo el jugo. Esa cierta premiosidad en el tempo sirve además para potenciar el esfuerzo de los actores. En un aparte muy personal quiero resaltar a Sienna Miller; me llamó la atención en sus comienzos, por su clásica belleza; hoy ya no es una jovencita, pero conserva la hermosura, y ha acrecentado las dotes actorales. Otra hipótesis muy personal …, estoy convencido de que si Kevin fuera más joven se habría reservado el rol de Sam Worthington: éste y Sienna tienen escenas paralelas a las Mary McDonnell y el joven Costner.

Así que te da pena que la película se acabe, y querrías más …; bueno eso ocurre también con los folletines, en lo que te quedas con las ganas de saber el final. Pero, pero, en Horizon el argumento te atrapa, con muchos de los personajes te encariñas (empatizas) de verdad, a otros desearías despellejarlos, con otros no sabes a qué atenerte, pero tienes deseos de conocer sus avatares … No es sólo el texto, del propio Costner, sino asimismo como éste lo presenta, con los intérpretes.

La vinculación obvia es con Bailando con Lobos. Recuerdo perfectamente que salí del cine conmocionado, emocionado, tras verla, y repitiéndome: nada de la exquisitez visual de Centauros y Horizontes de Grandeza, pero ¡qué obra de arte!, ¡qué pellizco al corazón! Por ahí va el oficio de Kevin Costner; ergo, a pesar de las malas críticas, incluyendo la mía, desde la rigurosa teoría del arte, me veo en la necesidad de darle el aprobado a Horizon, e incluso subirle la nota; además estoy esperando la segunda parte, ¡y las otras dos!

 

Ahora es el momento de pedirles disculpas por iniciar mi texto con una cita tan manida, usada, típica & tópica, trillada, sobada, para estos temas, ¡pero es lo que hay!, porque me viene estupendamente para lo que se avecina. Reconozco que las primeras veces que la oí me deja un tanto dubitativo sobre su significado, de modo que voy a interpretarla desde mi posición, sin rubor.

La leyenda es más valiosa para los humanos que los hechos puros, duros y constatados; recordar por enésima vez que el pensamiento mítico es el primero modelo de compresión del Homo Sapiens, y sigue bien vivito: miren Vds. alrededor. Alaska no es un estado, sino un estado mental …, el Lejano Oeste no es sólo un enclave, sino asimismo una región mental, una parte del imaginario colectivo: es un ejemplo típico de épica. Esto quiere decir: un hombre, un caballo, un rifle, y un gigantesco espacio libre, casi despoblado, y por descubrir y domeñar (esto desde el perfil de los blancos, claro).

El Lejano Oeste es pues ese territorio, físico y legendario, de la Frontera (Frederick J. Turner), es la épica prototípica, el hábitat del Héroe. Así ha funcionado en la Historia de EE.UU., y en la de muchas otras naciones. Yo recuerdo vívidamente la relevancia de las películas de vaqueros en la construcción de mi cosmovisión (y la de millones), en la niñez.

Y ciertamente en la elaboración de ese mito/constructo mental han contribuido mucho los cineastas. Efectivamente, el cine es un (o el) agente principal en la creación del Simbolismo del Oeste; y esto último, con el permiso de Vds. (y de Valle-Inclán), lo voy a forzar un poco con la maquinaria intelectual …, la epopeya de los aqueos debe mucho (de hecho bastante más) a las obras de Homero que a sus propias res gestae, de las que las crónicas son poco fiables, o no existen, ¿quizás res fictae? Pues sí, se ha escrito a menudo, con fundamento a mi entender, que Ford et alii son los grandes generadores del mito del Lejano Oeste; porque, ¡vamos a ver?, ¿qué grandes novelas hay sobre este período/leyenda? Nos viene a la mente Fenimore Cooper, pero éste aborda el Salvaje Este; y luego Zane Grey, que no es muy celebrado por los profesores de literatura. Pero en cambio sí lo son Ford y compaña.

 

Vamos arribando a la meta sí …, el arte constituye en gran parte esa Gran Narración  de la que tratamos, que “es” Leyenda, i.e. Ford, G. Stevens, Wyler, Hawks, Walsh, Hathaway, A. Mann (Peckinpah ya es otro universo, mental y visual) casi tanto como Búfalo Bill, Custer, Toro Sentado, Kit Carson, Jim Bridger, Daniel Boone, Wyatt Earp, Caballo Loco etc. etc. Se imprime la leyenda (o el celuloide), para que ésta continue como tal. No me negarán Vds. que este aserto otorga enorme valía al cine, generador de Temas Universales, ¡no está mal!

Por ahí veo la aportación de Costner, o mejor dicho su intención, en Horizon, que sería desde luego el camino que seguir después de Bailando con Lobos.

Con mis “gafas” (espero que no deformantes, como la ideología/falsa conciencia de los burguesotes) percibo a Costner como un apasionado de la historia de su nación, lo cual le lleva a Los Peregrinos, los Padres Fundadores, y rápidamente a los pioneros, El Destino Manifiesto, La Carga del Hombre Blanco, y toda la pesca …, así llegamos hasta los Territorios Indios, La Frontera ¡y la cruzamos!, geográfica, cultural, emocional e intelectualmente.

Sí, veo a Kevin como un enamorado de EE.UU., un gran patriota, WASP sin duda, de manera que va directo a su quintaesencia, el Oeste. Bueno, quizás simplemente quiere hacer dinero, porque tiene unos cuantos hijos, lo cual sería razonables; y quizás la motivación crematística fuera también la de Ford y Cía., pero …, ya sabemos que el producto artístico pertenece también a los espectadores, y por tanto el Derecho (¿lo incluye la Constitución?) de “leer” la pieza artística como nos dé la santa gana: yo desde luego lo hago.

De modo que encuentro el mérito de Horizon, y Costner, en ese retorno al Mito del Oeste, a la génesis de EE.UU.; y no debemos ignorar que todo mito es en verdad una narración sobre los Orígenes.

La pena es que en esa intentona nuestro director no alcanza ni de lejos la calidad artística de Ford y el resto. Bueno, no hay que desesperar, porque existen ciertas compensaciones, equilibrios, como he recalcado; la misma carencia estética tiene El Fuera de la Ley, otro paralelismo obligado, aparte de Bailando con Lobos, y nos topamos con un largometraje que deja impronta, por argumento y soberbias actuaciones.

Soy del grupo que afirma que el cine pertenece, rotundamente, a las artes plásticas, no a las narrativas, ergo, no es teatro filmado, ni Mensaje (social, político, económico, psicológico, liberador, sexual, etc.). Por ello estimo que la mirada crítica del pintor al examinar los encuadres es más importante que la del crítico literario al sopesar los diálogos; en fin, cuestión de opiniones, y la mía no es muy popular hoy en día.  Desde esta atalaya nuestro hombre no brilla (más bien está apagado) en la configuración del encuadre, en la colocación de los personajes en él, en la simetría, la armonía, proporción áurea y todo eso de lo que nos explican los expertos en estética, y Ford, Welles, G. Stevens, Wes Anderson, Kosinski, Ridley, Sorrentino nos manifiestan en sus trabajos. Vamos, que Kevin no es Courbet, Friant, ni los muy académicos Bouguereau, Gerôme o Couture. No, y estoy seguro que tampoco lo pretende, porque a él lo que le importa es el Mito, que no creo que sea lo mismo que el Mensaje. Precisamente por ese ángulo puede llegar la salvación de sus casas hipotecadas …

Uno de mis leitmotiv, y una vez más me disculpo por la reiteración, es el de Ciudadano Kane vs. Jeanne Dielman. Acabo de leer en un artículo que el encumbramiento de esta dama bruselense al número 1 podría deberse a un cambio de mentalidades, porque, francamente, méritos visuales no atesora.

Yo entiendo que una persona, un ciudadano, puede cambiar de pareja, de amigos, de empleo, de filiación política, de religión incluso, de ideología, ¡de equipo de fútbol! etc., pero sigo sin entender que tal giro implique una alteración radical de sus criterios estéticos, de lo que le resulta sensorialmente (sensualmente) placentero. Sin embargo los datos, y los críticos de arte, indican que así sucede, y p.ej. la corrección política determina, ¡y cuánto!, la valoración de un largometraje (y otros productos). En fin, mucha tinta ha corrido sobre el asunto: que si John Ford no puede ser un gran artista porque es fascista …

Como ya estoy lanzado, y cuesta abajo, en el “análisis”, no me paro … ¡Cuán a menudo, para calibrar/ensalzar una obra en pintura, escultura, arquitectura y demás, se recurre a la sacrosanta y helénica proporción áurea! Hete aquí que ésta es una razón entre dos números, ¿y qué hay más universal que la aritmética? Pues quizás la geometría, y a ella pertenece el concepto de simetría, empleadísimo asimismo para valorar las obras artísticas; ¿qué hay más objetivo que las matemáticas, el lenguaje universal (en competencia con la música)? Pues bien, si colocamos en la misma frase “arte” y “objetivo”, aquélla se transmutará en la arena del Circo, donde ambos términos serán    gladiadores que luchan a muerte (bajo la alerta mirada de Ridley y Crowe); compleja decisión la de apostar, aunque yo me voy a lanzar a la piscina: lo hago por el Arte. En fin, que no alcanzo de entender esta confrontación, cuando deberíamos hallar coexistencia, incluso complicidad. Toca a lo artistas y estetas elucidar lo de estos cuernos entrelazados para decidir quién es más fuerte, a beneficio del resto de los paisanos.

Por este sendero analítico/crítico/estético hay posibilidad de que Costner se “salve”, a pesar de sus carencias en montaje/ángulos de cámara/planos secuencia/fotografía u demás. Porque desde luego “tiene algo que decir” sobre la Historia de su país, y está muy legitimado a hacerlo; estoy también convencido de que nuestro director alberga intenciones segundas (que son primarias posiblemente), i.e. presentar, ¡y promocionar!, ante las nuevas generaciones, esos Valores de los Pioneros, de la Frontera. Principios de conducta que sin duda son tradicionales, familiares, conservadores, por tanto no de la línea de la señora bruselense. Veremos cómo reacciona, en segundas, la crítica, y sobre todo el público.

Casi al principio de Horizon hay una toma de una pared derruida, solitaria en la planicie, con una heroica cruz arriba: una iglesia, española sin duda, en aquellos remotos parajes; Toda una señal, toda una imagen de gran hermosura, ¡y significación! Me habría gustado que Costner siguiera por ese camino, en honor de la plasticidad, y del Mensaje también, ¡por qué no! Forma y fondo no son incompatibles. Todo apunta a una destrucción por parte de los amerindios, muy hostiles: ahora le toca el turno a los anglosajones, ¡veremos cómo se las componen! Comienza la historia, o más bien la Leyenda, la de los Pioneros; insistamos, el Oeste & la Frontera es el Gran Relato (orígenes, y por ello mito) de EE.UU., una nación que, nos disguste o no, ejerce una poderosa influencia en el planeta, no sólo económica y militar, sino asimismo en el Imaginario Global.

Uno de los grandes pensadores del siglo XX, Indiana Jones, nos ofreció este precioso aserto: la arqueología trata de los hechos, no de la Verdad; si ésta es lo que buscan, ¡el despacho del profesor de filosofía está al final del pasillo! En Horizon, en el Oeste, no se trata ni de lo uno ni de lo otro, sino del Mito.

 

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