NAPOLEÓN, JOSEFINA Y EL INGLÉS
- gonzalojesuscasano
- 27 nov 2023
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 1 dic 2023
NAPOLEÓN, JOSEFINA Y EL INGLÉS
Buenas noticias para Oppie … Muchos estábamos realmente intrigados, ansiosos, acerca de cómo sería el Napoleón de Ridley Scott. En mi caso tal situación se resumía en lo siguiente: ¿será más como Gladiator, o más como Exodus?. Pues ayer se solventó la cuestión, para mí (las opiniones expresadas en estas líneas son exclusivamente mías, y no se deben a ninguna otra persona o institución, por lo que soy el único responsable ante posibles demandas judiciales); se acerca más, ¡ay!, a Exodus, un largometraje que para mí funcionó del todo, ¡a pesar de contener la batalla de Kadesh! Y tengo firmes indicios para creer que no me hallo solo en esta perspectiva. ¿Por qué?; no lo tengo del todo claro, pero voy a apuntar algunas indicaciones, que serán paralelas a las de Napoleón.
Ridley es un artista, sin duda ni discusión. En la ya larga, para no pocos cansina y cargante, controversia acerca de la esencia del cine, forma (técnica) vs. fondo (mensaje) (Ciudadano Kane vs. Jeanne Dielman), nuestro realizador se coloca rotundamente del lado del primero, ¡es de los míos! Scott, estudiante de bellas artes, muestra las hechuras de un pintor en sus trabajos, una vocación estricta hacia la armonía, simetría, el placer del sentido óptico …, sus planos son muy bellos, estética destilada. Lo lleva demostrando año tras año, trabajo tras trabajo, ¡es Arte!
Cuando vi sus primeras películas dije para mí (afortunadamente no para otros, por temas de retractación): mucha apariencia (hermosa) y poca sustancia; sí, bellísima fotografía, con contrastes potentes de luz y sombra, Caravaggio, lucha entre las zonas iluminadas y las de penumbra etc. etc., pero esto tiene trazas de vídeos publicitarios (la especialidad de nuestro personaje entonces), mucho impacto visual y fuegos de artificio, pero nada sólido a lo que agarrarse, y morder, detrás; vamos, mucho phainomenon y escaso noumenon (éste es el obligatorio comentario cultista). Pues sí, he dispuesto de muchos lustros para mi contrición por estos malos pensamientos, no articulados en voz alta afortunadamente.
Con todo …, quedan restos de esta primera apreciación en mi coco, y en el quehacer de sir Ridley. Napoleón es muy pictórica, bella, con extremo cuidado en la configuración del encuadre, la posición de los actores, y la iluminación. En ésta encuentro yo el quid de la cuestión … negativa. Ridley utiliza una baja iluminación, con muchas sombras, incluso en los rostros; cierto, ópticamente impresionante, pero tienes en la pantalla a unos carísimos actores, ¡a quienes no puedes ver bien la cara! Así el intérprete no puede desplegar toda su capacidad, y recordemos que el rostro humano es la herramienta más expresiva surgida de la evolución de las especies, junto con el lenguaje (el natural y el artificial). Pero claro, casi cada plano de Napoleón podría ser colgado en tu casa, como una espléndida pintura; por mi parte, ¡manías de cada cual!, si no distingo bien el rostro del actor, sus gestos/emociones, me pongo nervioso, siento que me están robando algo, y a él también.
Es momento por tanto de acordarse (ahora que Christopher no lo hace) de 007, esto es, no digas nunca jamás; pues sí, no supuse que alguna vez diría esto: en ocasiones la forma (bella) puede ser tan poderosa, espléndida, que es capaz de fagocitar el fondo, el significado, el contenido, el argumento, o como deseemos nombrarlo. Porque una obra del Séptimo (no el de Custer) es siempre (bueno, casi siempre) una narración, de los eventos que ocurren a ciertas gentes, y cómo reaccionan ante ellos. Puede que sea el cuento narrado por un idiota, con mucho ruido y furia (en Napoléon a borbotones), pero, enmendando la plana a D. Guillermo, sí significan algo. Al menos en el Cine es así; tanta estética, tanta exquisitez visual, puede distanciarnos de las pasiones, que es lo que mueve la Historia, y las historias.
¡Josefina de mis entretelas! Es una crítica típica aseverar que un personaje está poco desarrollado en el guión; pero el de Josefina es que es un “fantasma”; no sabemos qué piensa realmente, qué la emociona, que hay en su mollera. Y no me estoy refiriendo simplemente a que David Scarpa nos aclare el porqué de su casquivanería (¿existe esta palabra?); no es eso, porque todo hijo de vecino sabe que picores de las tierras bajas (no Holanda) pueden ser irreprimibles. No, lo esencial no es un (psico)análisis de su libido, sino de sus ideas & creencias, sus intenciones, sus proyectos, y sus mangoneos de y con los varones. Vanessa Kirby es una profesional capaz, que incluso fue testigo del Holodomor (¡horrible!), pero yo la veo deambular demasiado delante de la cámara de sir Ridley sin propósito cierto. No sé qué la irrita o qué la incita a la acción, qué la enamora o que odia; quizás sólo sea sobrevivir, empezando por la guillotina. Kirby no debe de estar satisfecha con lo que le ha ofrecido sir Ridley, ¡porque ha sido muy `poco!; no hay muchas oportunidades para interpretar de verdad, con garra y dramatismo, donde morder a la audiencia, y al personaje.
Sí, es posible que sea ello el leit motiv de nuestra heroína (¿) según Scarpa y Ridley. Pero yo, erre que erre, reitero mi exasperación ¡por no poderle ver bien la cara! Un desperdicio de capacidades actorales, de transmisión de sentimientos. Lo mismo me vale para Joaquin Phoenix, y el resto del elenco. Para la biografía de tan alto personaje exijo nitidez, absoluta claridad en la imagen, y “ver” que les está ocurriendo.
Ahora un aparte más personal, dos datos guardados desde hace mucho en mi memoria, bélicos.
*Estando todavía en el colegio me impactó, sobre Austerlitz, el relato de los cañonazos franceses rompiendo la fina capa de hielo del lago, donde miles de soldados enemigos murieron, horriblemente, ahogados. Pues sí, está en la película, y con mucha fuerza por parte de Scott. Había leído que éste había compuesto un cuadro confuso, liado, sobre la batalla, donde no te enteras de lo que pasa; bueno, no es un prodigio de nitidez, siendo además de noche, pero nuestro director consigue imágenes & momentos potentes, una vez más muy (horrendos) momentos. Cierto, yo puedo imaginarme a Brian De Palma rodándolo todo en un plano secuencia con desplazamiento de la cámara, o ante la total imposibilidad técnica, en unas pocas tomas largas; Ridley no es de estas maneras, pero sus rápidos cambios de plano son muy efectivos.
*Hace muchos años un amigo aficionado a la historia bélica me explicó, emocionado, que una de las causas del desenlace en Waterloo fue que los caballos franceses no arremetían, por miedo, contra los sólidos cuadros de fusileros ingleses, con bayonetas. Se me quedó grabado. Y también está aquí, como pieza nuclear del combate, y muy bien “explicado”, visualmente …, esto es cinema, y Ridley domina muy bien medio, sin necesidad de bla, bla, bla, continuo. Esos efectivos cuadros de infantería, con gran potencia de fuego, se emplearon, con gran éxito, por parte de Gordon El Chino, Kitchener y otros, en las conquistas africanas. Como nuestro artista es inglés e hijo de militar (Cuerpo de Ingenieros) quizás ha querido hacer hincapié en este cuerpo de infantería para señalar el futuro triunfo de las armas británicas, y el nacimiento de su Imperio. Pero no nos perdamos en conjeturas, interpretaciones del texto y premoniciones sobre la Historia Universal. Aquí lo que vale es el tratamiento visual, en lo cual Scott es un Maestro; esto es el Séptimo, no análisis socio-histórico-bélico-político.
Me ha sorprendido el tiempo, figurantes, armas, efectos especiales, escenarios, preámbulos, análisis tácticos & estratégicos etc. que Ridley ha utilizado para Waterloo (¿quizás por Puigdemont?), bastantes más que para Austerlitz. Aquí hay más transparencia en lo que contemplas, y te quedas sin habla de admiración … Nuestro hombre ha admitido que toda la cuestión de lecturas sobre El Gran Corso se las dejó a David Scarpa, porque lo suyo no es la literatura sino la óptica; sé que lo describen como el mejor Ojo (sentido visual) del negocio (del espectáculo-cine).
Acabo de ver una ilustración del XIX, Harper’s Magazine, sobre el (imaginario) encuentro entre Hegel y Napoleón, i.e. la Razón a caballo = die Weltseele zu Pferde (¿a qué suena guay en Deustch?); estaba cantando que la película me (nos) traería al córtex ese comentario, histórico & filosófico del de jenense (no jiennense); he de insistir en que este último es mi filósofo es mi filósofo no-favorito, por oscuro (Heráclito) e impenetrable. Así pues ¿dónde está el pensamiento político en nuestro largometraje?, en otros, y capitales, vocablos ¿dónde encontramos la Ilustración, cuna doctrinal de Occidente? Pues poco rastro de ella, ciertamente; con todo voy a ser apologeta de Ridley; el caso es que él y Scarpa tiene mucho, pero que mucho que contar, y dos horas y media no da para más (ya veremos qué hay en las cuatro, rumoreadas, del montaje del director). Esto es, no le pidamos peras al olmo, ni que exprimiendo limones obtengamos zumo de naranja; nuestro autor abarca mucho mucho territorio, en leguas y en eventos, y soy primero, aunque acérrimo racionalista ilustrado, en reconocer que no esperaba un trabajo de politología aquí. Para idearios, doctrinas, credos, análisis de todo carácter, ya contamos con artículos, ensayos, tratados, dramas, novelas, escritos filosóficos y demás géneros; un producto fílmico es otro género, otro animal, el de las imágenes (pinturas si son buenas) que se desplazan en la pantalla, i.e. en el tiempo, ante nosotros; y nuestro inglés ha demostrado en numerosas ocasiones, y aquí también, que domina ampliamente ese medio. Es lo suyo y lo ejecuta magníficamente.
Y hablando del tiempo (no de lluvias, granizo y borrascas), y dejando a un lado a Hegel y Heidegger (Ser y Tiempo) y otros, el cinema tiene como sustancia la imagen ¡en movimiento! Por otro lado un shakesperiano, como yo, argüiría que su sustancia son los sueños, y encajaría a la perfección con la caracterización de Hollywood como factoría de sueños; pero eso es otra historia, que continuaremos en otro momento, y mismo lugar, porque se está haciendo tarde. Por ahora apuntar, esbozar más bien, que el cine genera la ilusión, muy real si es de buena calidad, de devenir, de transcurso en el tiempo; ¿cómo?, pues básicamente, como saben Vds. mejor que yo, por el seccionar/unir partes de celuloide (antes); casi todos, yo también, exponen que el montaje es vital en este arte, casi lo define. Otra representación del transcurrir, mi favorita, es la toma con movimiento de la cámara; ésta sigue, “viaja” con los actores (o a elementos primordiales del relato), les persigue, y tú te trasladas con ellos: ¡la magia del cine! ¡Oye, pues sí!, Heidegger, Ser, y Tiempo. Centrándonos, lo que afirmo es que Mr. Scott es ante todo un artista plástico, su dominio no es el producto con mensaje/significación/denuncia revolucionaria, ¡no!, es el arte visual, ni más ni menos; no busquemos otra cosa en su Napoleón. En esto respecto me van a permitir Vds., y si no me lo permiten me es inverosímil y voy a hacerlo de todos modos, que ponga dos ejemplos de ese narrar con imágenes; primero el preámbulo, los preparativos para el decisivo encuentro de Austerlitz, con esos soldados espiando al enemigo por catalejos, en honda oscuridad; y esos “cuadros”, de los oficiales franceses, en penumbra, en lo alto de la colina que divisa el terreno bélico. Otro caso es el de los jinetes, que siguen veloces y ansiosos, el acercamiento de la infantería de Blücher, Marschall Vorwärts; óptica, no mensaje.
No, el Napoleón de Scott no va a ser Lawrence de Arabia, Espartaco, Amadeus, Gandhi, Patton, la biografía fílmica definitiva de El Gran Corso, pero es un producto estimable, y muy muy estético, marca de la casa Ridley Scott.
Pues sí, que fácil es criticar, porque ciertamente yo no lo habría hecho mejor que Ridley, ¡ni Vds. tampoco! Quizás Kosinski o Villeneuve, o Anderson, si le diera por el gran espectáculo.
Una de mis conclusiones es por tanto que Oppenheimer es definitivamente el gran producto fílmico del año, que ha dado muy buena cosecha. Guión, mejor película y dirección deberían ser para Oppie; por otro lado Scott es casi imbatible en el apartado técnico/óptico/ estético, así que para él fotografía, vestuario, sonido, diseño de producción, banda sonora, efectos visuales …, en fin todos los que haya de este pelo; bueno, yo dejaría alguno para El Asesino, e incluso Asteroid City. Y montaje, el seccionar/juntar, también debería ir para el papá de la bomba atómica.
P.S. Ayer Napoleón Bonaparte derrotó totalmente a las tropas de los otros dos emperadores, cerca de la pequeña localidad austríaca de Austerlitz. Se trata de una victoria aplastante, decisiva para los destinos de Francia & Europa, de hecho, del mundo. Y es que el Antiguo Régimen ha sufrido un enorme descalabro bélico, que será asimismo político e ideológico, i.e. liberalismo. Revolucionarias ideas & creencias vuelan raudas por el Continente, y allende él: Derechos Humanos, Código napoleónico, ciudadanos y no súbditos, igualdad ante la ley etc.; agitación por doquier, tiempos recios. No nos extrañe que surjan más regímenes de las características de ese reciente aparecido en las trece colonias de Nueva Inglaterra, y que muchas cabezas coronadas caigan (metafórica o guillotinamente). Hay enorme inquietud sobre cómo el triunfo del El Gran Corso será recibido por la OTAN, y como afectará al Régimen de Zelenski. Por nuestra parte hay incertidumbre sobre la influencia de Austerlitz en el reinado de Felipe VI, y el futuro de la princesa Leonor; habrá que consultar sobre ello a Jaime Peñafiel, pero negras nubes se aproximan hacia las monarquías europeas.