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SED DE MAL, SED DE CINE

  • gonzalojesuscasano
  • 21 ene 2024
  • 9 Min. de lectura

SED DE MAL, SED DE CINE

 

Ayer Garci puso Sed de Mal, lo cual me viene de perillas para hablar sobre Orson, sobre la técnica cinematográfica, sobre forma y fondo, sobre la naturaleza del Séptimo Arte, sobre el lenguaje natural y el que no lo es, y sobre otras cuestiones que vayan saliendo según transcurran las consideraciones varias.

Siempre cuento, con esa repetición de los apasionados por una Obra, que vi por primera vez Sed de Mal estando en el colegio (muchos años, sí) y en cuanto encontré ante mis ojos esa cámara que siga a las personas y a los coches, y que suba por encima de los edificios, me quedé con la boca abierta, admirado de lo que estaba contemplando: belleza, en movimiento. Mi admiración no ha decrecido con los lustros, y es la película que más veces he visto en mi vida.

Encontré el coloquio focalizado en la técnica, el empleo de la cámara, el perfil formal de un largometraje, lo cual me agradó especialmente, porque soy un forofo total de Orson: para mí es indiscutiblemente el número 1, como Brando lo es en otro apartado.Más aún, mi preferencia por aquél define mi perspectiva sobre séptimo arte. Para expone ésta he de retomar el tema de forma vs. (¿+?) fondo: antiquísimo, inmarcesible, no-“irrelefante”; para ello, por el camino (reflexivo), habrá que escardar o regar con mimo (hablándolas) muchas hierbas, no sé cuántas, dependerá de cómo va el periplo argonáutico.

Mi postura pro-Orson  implica, resueltamente, una opción por la Forma, que en este arte yo ejemplifico con: montaje complejo (acelerado, en paralelo), planos secuencia con desplazamiento (grúa, vagoneta, raíles), elaborados ángulos y posiciones de la cámara, planos atrevidos (cenital, holandés), encuadres pictóricos … Lo último es primordial para mi tesis, porque definitiva/irremediablemente yo entiendo un largometraje como enganchado (como en los vínculos de Internet) con la pintura. Vamos, que soy de esos tipos que se toman muy en serio las etimologías: kinema, imagen en Movimiento. Imagen, pintura; por consiguiente exijo los valores de esta en el arte que principió con los Lumière, o sea se, simetría, composición de la figuras, profundidad de campo, perspectivas, adecuación (brillantez de los colores), sentido del espacio (calma Kant, el tiempo vendrá después, con el kinema), estética estricta, agrado óptico, proporción áurea (pitagórica, matemática, pictórica), estética. Aisthesis sobre todo, sí, sensación: aio en griego, relacionado con audio (pero en nuestro caso nos focalizamos en oftalmos); ¡qué chuli es acudir a las raíces heleno-latinas!, impregna con un aire de cultura  el texto.

La pintura, como las artes, entra por los sentidos, y el cine lo mismo. Sí, lo sé, hay “ideologías” que definen el cine como teatro filmado, o como una exposición de ideas, como una denuncia de la injusticia social, como desvelación de la opresión, como divertimento de la burguesía, como herramienta para la Revolución, como expresión de una Individualidad (director, o guionista), como vehículo de una filosofía y/o sociología, como reflejo de una época cultural, como la continuación de la guerra por otros medios (¡no!, me he confundido, perdonen Vds.), como evasión para olvidarse del jefe, la suegra y los niños repelentes, como un negocio para hacer pasta (no italiana) etc.  Bueno, lo último es plausiblemente, lo más ajustado a la realidad de los hechos, aunque se aparte de los ideales artísticos: testigos, y beneficiados son los ejecutivos del, Bosque de los Acebos; porque no olvidemos que existimos en el cosmos de los dividendos, del beneficio. Esta circunstancia, cualidad esencial, del medio, fue destructiva para Orson, porque sus productos (mercancías, en este caso películas) no eran rentables en el mercado, ¡ay!

En los tiempos que corren hoy (muy deprisa, así que la multa va a caer) predomina, desde la crítica, brahmán (izquierda) frecuentemente, la visión del cine como texto, para transmitir mensajes, moralejas, censura, denuncia, ataques al Sistema, defensa de la Revolución (cuál de ellas no es relevante), expresión de emociones primarias (no pocas veces mala hostia), descripción de la Sociedad (explotadora, opresiva, represora habitualmente), y así sucesivamente. Frente a esta batería de posturas modernas, guay, la que yo ofrezco tiene aire de “burgués”, tradicional, anticuada: el séptimo, como las otras artes, tiene como cometido (definitorio), producir formas bellas. ¿Pero, dirán los brahmanes, esto sería fútil, vacuo, alienador, si no va acompañado de Mensaje?  Mi respuesta, típica, tópica y poco imaginativa (es que no tengo otra, saben Vds.), se basa en una réplica de rebote, i.e. ¿qué mensaje de rebeldía, desalienación, denuncia, verdad socio-política, encuentran Vds. en las insignes pinturas & esculturas del Renacimiento (saben Vds. muy bien a cuáles me refiero), o las obras grecorromanas, o los cuadros del Romanticismo/Realismo/Academicismo? Los del valor social responderán con celeridad que en tal tesitura el cine (y el arte) sería superficial, sin sustancia, un pasatiempo …; bueno, yo no tengo ningún problema con los “pasatiempos”, si son como La Gioconda, Las Meninas, El Moisés, El Discóbolo, o La Ronda de Noche …, me alegran la vista, y la vida, que no es poco.

¿Es pedir poco para el cine? ¿Sólo aisthesis, sensación óptica? A mí no me lo parece, porque continúa una antigua práctica/entretenimiento de los Homines Sapientes, que comenzó con las pinturas rupestres. ¿Cuál es ello?, ¿reproducción (mimesis) del mundo entorno?, probablemente; ¿expresión de emociones y vivencias muy personales?, posiblemente; ¿creación de Belleza? ¡yo me apunto a esto! Belleza sí, como una de las manifestaciones del Homo Sapiens, de su superior inteligencia, y potencial sensorial; el arte rupestre marca la aparición de una especie más avanzada de homínido, los Sapiens. Y las Bellas Artes lo continúan, lo expresan, irremediablemente; ¿el Arte?, somos nosotros, sin más; no busquen moralejas, mensajes encubiertos, apelaciones a la rebelión social, desenmascaramiento de la mentira social …, simplemente Eso somos nosotros, nuestra naturaleza íntima: nos expresamos a través de los colores, de la piedra y el mármol, de la combinación de sonidos agradables (armonía), de los olores embriagadores, de las comidas sabrosas … No preguntes por quién doblan las campanas, ¡doblan por ti! Nosotros, Sapiens, somos así, nuestra esencia nos obliga a manifestarnos así, con productos externos/físicos/observables, de nuestro raciocinio y nuestra emotividad. En una película (u obra de arte) no preguntes ¿qué significa?, sólo contempla, y deléitate, si está bien ejecutada.

Los científicos se preguntan a menudo por la irrazonable eficacia de las matemáticas para describir del mundo físico (Eugene Wigner), i.e. cómo demonios las ciencias exactas, un producto de nuestro coco, son capaces de predecir/explicar los datos empíricos; es otro gran Temas, más fundamental que el nuestro del Arte, en el sentido de que atañe a la ciencia y la tecnología, i.e. al Progreso en la civilización occidental.  No pocas voces (yo cito siempre a mi admirado) responden que la captación de simetrías, proporción áurea, estructuras, formas geométricas, patrones visuales, proporciones, armonía y demás proporcionó una ventaja adaptativa a los homínidos, i.e. mayor eficacia biológica, y con esto ya saben: ya saben más niños, y más bípedos implumes.

¿Plausible?, sin duda; ¿cierto?, pues su seguro servidor opina que sí, pero estamos en el plano de las conjeturas, que ya saben, pueden ser refutadas. En suma, captamos las Formas/Ideas matemáticas (Penrose es firmemente platónico) porque ello contribuye a reproducir mejor la Naturaleza física, de modo que nos adaptamos mejor a sus exigencias, y somos “seleccionados”, no para el fútbol no, no se me exalten, sino para (sobre)vivir.

En la línea argumentativa que favorezco el caso de nuestra pulsión (muy freudiano esto) natural hacia las formas bellas/estéticas/artísticas es consecuencia inmediata de nuestra dotación mental, como las matemáticas. Quizás el arte contribuya asimismo a la su pervivencia; o quizás (mi hipótesis personal) constituya un acompañante inevitable de la captación, platónica, de Formas y simetrías.

Desde luego hay polémica, también inmemorial, sobre si el lenguaje universal es la música, o la matemática. Yo afirmo que el lenguaje universal es …, ¡el lenguaje (natural)!

¡Con el lenguaje hemos topado, amigo Sancho! Uno de los contertulios de Garci aseveró que la brillantez técnica/óptica/con la cámara de Sed de Mal no es sólo un ejercicio estético vacuo, fuegos artificiales, sino que es esencial para la narración (emoticono de pulgar levantado), para contar la historia; y que los planos, adecuados para la historia y nada gratuitos (emoticono de pulgar hacia arriba), constituyen una sintaxis, la del lenguaje fílmico. Bueno, en esta última referencia, me manifiesto algo más escéptico, y me explico. Sí, se habla a menudo del lenguaje matemático, el musical, y el cinematográfico, y algunos más; en estas arenas movedizas epistemológicas, admito que estos paralelismos/analogías tienen su valor, pero, pero, Lenguaje, como madre, no hay más que uno: el de sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, pronombres, preposiciones y demás, todos ellos unidos en combinaciones organizadas con estrictas reglas (sintaxis). Como comprueban Vds. yo al abono al Wittgenstein II, centrado en los lenguajes naturales (el de él, el mío, el inglés, el francés, el chino, el ruso, el samoyedo y  otras más). Wittgenstein I se concentró en el lenguaje lógico-matemático, los Principia Mathematica y todo eso, pero en el ámbito del arte y análisis yo remito al II.

El Lenguaje se construye a través de convenciones, de modo que a tal significante (sonido) le asignamos, por un acuerdo entre caballeros (entre homínidos aquí) un determinado significado; ¿con qué regla?; pues con la que no dé la gana, en cada momento; lo que cuenta es que m-a-n-o recibe designa la parte corporal con la que fabrica herramientas; ¡eso es!, Homo habilis, ergaster.  En un largometraje el “lenguaje” no me parece muy convencional, sino utilizando imágenes, encuadres, ángulos, figuras, animales, situaciones, iluminación, colores …, que son reconocibles por todos. Pues sí, me apunto a la arriesgadísima teoría de que hay unos Universales de la aisthesis, porque todos estamos constituidos de la misma manera, tras millones de años de evolución. Para mí el ejemplo más nítido es el de los sonidos, i.e. hay combinaciones de éstos (melodías armoniosas, ¿matemáticas?) que resultan agradables en todas las orejas, de bretones, lapones, javaneses o bosquimanos; y otras que chirrían, molestan, dan dentera, y abandonar por un buen rato la casa, o la caverna. Universales; en los olores creo admitirán sin problemas que hay sustancias (y circunstancias) que huelen mal a todo quisqui. Y respecto a las comidas, bueno, ciertamente hay enormes variaciones histórico/culturales, y yo p.ej. no puedo con el pescado crudo (Japón), pero si algo sabe (y huele) mal, tengan por seguro que nos dañará el estómago o nos matará: la selección natural se ha encargado de escoger a aquellos tipos que no se lo comían.

Es que los Sapiens somos muy recientes, en torno a 100.000 años, por tanto, nos parecemos mucho. Así que estoy convencido de que hay imágenes que nos agradan sensorialmente a todos, p.ej. aquellas con el horizonte arriba o abajo (Ford al joven Fabelman) y no sólo esto, sino movimiento de estas imágenes, con un tempo preciso (cortar/pegar, montaje) que también son placenteras para los primates bípedos; ¿es casualidad?, ¿es un rasgo escogido por la Selección natural, como las simetrías y estructuras geométricas?, ¿es un acompañante de éstas, que no se puede eliminar? Yo aventuraría que lo último, pero nos movemos en el ecosistema de lo conjetural; la ventaja es que ante3 la falta de datos empíricos que verifiquen o refuten, podemos debatir (suponer, inventar) todo lo que nos dé la gana, ¡yupi!

Entonces Orson (Eisenstein, Hitchcok, Chaplin, Ford et alii) serían como la Selección Natural: escogen lo que nos gusta, sensorialmente a todos; ahí está su mérito, su hazaña, y la de Mirón, Da Vinci, Velázquez, Cervantes, San Juan de la Cruz, Goethe, Van Gogh, Brunelleschi, los constructores de pirámides, o los pintores de Altamira. Desde luego es ya mucho teorizar.

Lo que me agradó especialmente del coloquio fue oír a Garci hablando del cámara, del maquinista, de los técnicos que hacen posible la filmación, los primeros en su ejecución; y que, lamentablemente, poco se menciona este aspecto de una película en la crítica especializada. Confirmo que ello es así, y lo lamento; los profesionales de la cámara nos dan la Imagen, y eso es el cine. A menudo encuentro juicios sobre un largometraje que tienen las trazas de versar sobre un texto literario …; pero bueno, ello es comprensible.

1.Galileo, de Joseph Losey.

2.Cadena Perpetua.

3.Vencedores o Vencidos.

4.La Herencia del Viento.

5.El Séptimo Sello.

Ésta sería mi lista de los mejores guiones, o una de ellas, porque en este apartado no soy muy tan firme como en el de mejores largometrajes, que empieza y empezará por Ciudadano Kane. Y digo mejores sin más, porque lo son, en mi opinión, desde la óptica, lo visual, lo sensorial; i.e. el, séptimo arte no es literatura, sino placer (belleza) para los ojos, no para el intelecto. Aunque también para éste, porque el cine tiene muchas facetas, que incluye una buena historia y diálogos, transmitidos (contados) con los adecuados planos y encuadres, desde luego.

Por esto me encanta del cine de Wes Anderson, y a la vez entiendo que haya críticos (Boyero p.ej.) que lo detesten, por vacuo, ejercicio visual sin objetivo, juegos malabares con la cámara, excesivo preciosismo, expresión individual desaforada y sin brújula, ausencia de historia consistente, ombliguismo vamos. Asimismo entiendo el rechazo a Terrence Malick; respecto a éste albergo sentimientos encontrados, porque sus imágenes, la fotografía & la configuración de los encuadres, son espectaculares, pero su manía de emplear una voz de narrador (para eso tienes las tomas, y el montaje), generando un ritmo extraño, cortante, me saca de mis casillas a menudo.

En Orson sí encuentro esa simbiosis ideal, la destreza admirable la cámara, al servicio de poderosas historias, y diálogos (sobre todo si son de Shakespeare); a mi entender ningún cineasta lo ha logrado a ese nivel.

 

 

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