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VALOR, VALORES …, ECONOMÍA, FILOSOFÍA

  • gonzalojesuscasano
  • 14 oct 2023
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 15 oct 2023

VALOR, VALORES …, ECONOMÍA, FILOSOFÍA


Como soy lector/estudioso reciente (tardío en mi vida por el contrario) de Economía, me atrevo a dar opiniones (eso, no asertos dogmáticos) sobre un asunto fundamental con la osadía característica del novato.

Siempre he oído eso de que el valor de un bien, para Marx, es la cantidad de trabajo invertido en obtenerla, y que esto es además una de los fundamentos de su doctrina, i.e. que los capitalistas venden las mercancías y no dan a los trabajadores la parte que les toca, una parte muy muy grande, porque son éstos quienes han fabricado el producto (su valor). Así que engaño, robo, ¡explotación!

Con todo el buen Karl reconoció que no todos los operarios son igual de cualificados, diestros, rápidos, eficaces, constantes …, lo que sea; esto que hay diferencias, no todos son Iguales. ¡Huy!, lo último suena a anatema para el comunismo, la negación de su Axioma primordial, ¡cuidado pues! Pero no hay peligro, porque se asegura que se puede cuantificar lo de la cantidad de horas de currelo a partir de unas (supuestas) medias generales, ¿estadísticas?

Por otro lado, en el de la economía capitalista, siempre me llegan voces de que el precio, y el valor, dependen de la sacrosanta (aunque poco caritativa) Ley Suprema, la oferta y la demanda. El treviriano lo niega, aseverando que ello sólo mide las variaciones en el precio, en el valor de cambio podríamos decir. Aquí esto me huele a Hegel, a filosofía pura: el Valor como Esencia platónica, universal, inmutable; y los precios como accidentes, contingentes, efímeros, resultados del Mercado. Pero éste no puede alterar la Idea/Esencia, el Valor.

Me reafirmo en mi perspectiva cuando encuentro en Marx proposiciones como: la oferta y la demanda dan cuenta de las fluctuaciones en el precio, pero no explican el Valor en sí mismo; ¿en-sí-mismo? Pues esta terminología nos conduce a las sustancias & esencias aristotélicas, o mejor a las Ideas/Formas de Platón, a la metafísica, no a un tratado de economía. No me atrevo a establecer otra analogía con la cosa-en-sí misma de Kant, a pesar que éste fue el maestro de su maestro, porque ese concepto va por otra línea.

O como: cuando las fuerzas opuestas de la oferta y la demanda se equilibran en ese momento se paralizan la una a la otra, ya no funcionan, dejan de actuar. ¿Fuerzas opuestas, que se igualan? Me veo empujado, y seguro que Vds. también, a recordar la tremenda influencia de Hegel en nuestro economista; sí, la su Dialéctica de aquél, tesis/antítesis/síntesis; o mejor aún, 1. Identidad, 2. No-Identidad, 3. Identidad de la identidad y la no-identidad. Filosofía parece ser el tema.

Sin ser economista, como simple ciudadano que vive dentro del Mercado, a mí, modestamente, me parece (sentido común más que sesuda teoría) que el valor de los bienes está determinado por lo que las personas quieran pagar por él, teniendo en cuenta si hay muchos o no. Y si nadie lo quiere, sin importar cuánto tiempo ha metido en su elaboración el currante (valor en sí mismo, Esencia), su valor es ¡Nada!

Atrevida interpretación la que ofrezco, sí, propia de los neófitos.

Encargo que me fabriquen una bicicleta a mano, con los mejores materiales y mecánicos, como si fuera un Ferrari. Entonces tengo un accidente, me asusto y decido no montar en bici jamás: el valor de ese biciclo para mí es Cero, por mucho laboro que se haya puesto para construirlo; y si a toda la población humana le entra el mismo temor, las bicicletas valdrán Nada, porque nadie las quiere. Bien es lo que satisface una necesidad, y si nadie quiere ir sobre dos ruedas, tales artefactos no tienen demanda, su valor es inexistente. ¿Simple quizás?, posiblemente; sólo insisto en que si nadie lo desea …, no vale nada, no sirve para nada.

Esta argumentación podría ser la misma para los pantalones vaqueros, los pantalones cortos, las chancletas, los mantones de Manila, o las muy trabajadas (a mano) carísimas alfombras orientales. ¿Carísimas?, no, porque nadie las desea.

Por ponerme pesado, cargante, plasta, voy a recuperar un ejemplo típico y tópico, que se usa desde hace. Es enero 1.945 y lo EE.UU. (o Inglaterra) construyen más y más aviones (o tanques, acorazados, destructores, portaaviones …) con un altísimo valor de uso, nada menos que ganar la guerra y salvar su civilización; pero de repente, ¡puf!, se acaba la guerra; el valor, de uso y de cambio, de esos aviones ha caído en picado, nunca mejor dicho, y se acerca al cero patatero, debido a las circunstancias bélicas, que afectan a las económicas, políticas sociales. ¿Dónde está aquí el valor intrínseco, el valor real, que para nuestro autor está marcado por la cantidad de trabajo puesta en la fabricación? Yo desde luego no lo veo por ningún sitio; se me queda en humo, y se tomo dos copazos más de pacharán llego a calificarlo de entelequia, de ens fictionis.

Pero ocurre que “estalla” la Guerra Fría, y vuelve a subir el valor de uso de los aviones, mientras que la cantidad de horas de curro sigue permaneciendo inalterable, según Marx. Y años más tarde cae la URSS, y nuevamente disminuye el valor de uso de los aparatos voladores …; y así podríamos seguir y seguir, como las pilas Duracell. Son las circunstancias históricas, sociales las que la hacen fluctuar los precios; a pesar de ello los comunistas siguen con lo un valor subyacente, incambiable; vamos, que alguno (incluso yo mismo) aseveraría que han hallado, ¡por fin!, la Sustancia, la Esencia, lo Inmutable, vamos, el Ser de Parménides, las Ideas de Platón. Esto suena cada vez más a metafísica, y no a la practicidad de la economía política, con todo lo que renegaba nuestro pensador de aquélla. Ironías de la vida. Por mi parte, en la tradición y frente a la revolución comunista en doctrina económica: oferta y demanda.

El Valor como Esencia, en forma de currelo metido en el artículo, se nos difumina, incluso se esfuma.


El comunismo efectivamente reconoce que hay trabajo más menos cualificado; pero que se podría hallar una medida común, una calidad y esfuerzo medios, socialmente relevantes; yo esto lo encuentro impreciso, vago, por no decir ¡falso! En este punto estaríamos en el corazón de la doctrina, el Igualitarismo, esto es, todos somos Iguales, ergo, nuestro trabajo es igual, y los objetos obtenidos con él iguales … Muchos iguales me parece a mí. Aunque hay que recordar que negar esto nos acercaría peligrosamente al elitismo, meritocracia, excelencia, en una palabra, a la incorrección política.

Samuelson asevera que no es la cantidad de trabajo, sino la calidad del trabajo; ¡ay, ay!, suena clasista, muy anti-Lenin y Cía. Su ejemplo es el de los cirujanos y los “volteadores” de hamburguesas en locales de comida rápida. La calidad del trabajo es tan dispar, que los salarios también deben serlo, y así funciona el Mercado. Para Marx todo ello es una gran falsedad, confeccionada por los que sólo buscan continuar con la explotación; así que el aparcacoches debería cobrar Igual que el arquitecto, el botones que el ingeniero aeronáutico, el barrendero que el experto en ordenadores cuánticos etc. etc.

Todo trabajo, si desempeñado con eficacia y esfuerzo, es estimable, nadie lo va a negar aquí, yo desde luego no. Samuelson & colegas sólo están recalcando que existen ciertas profesiones que requieren mucho más tiempo de estudio, formación, entrenamiento, que otras, ¡sencillamente! Y las personas que las implementan exigen, por lógica, mejores sueldos; si no se les concede, no invertirán tantos años en su educación, ¡sin más! Si no me pagas buenos dineros por ser médico, ingeniero, arquitecto, experto en computación, no me tiraré esa pila de años empollando, y engullendo libros. ¿Codicia, avaricia, egoísmo descontrolado?, ¿quizás los valores anti-altruistas que ha inyectado en nuestra sociedad el Capitalismo, y que son connaturales a él? En mi opinión son “naturales” al ser humano, desde siempre, y no los ha inventado el sistema económico de la burguesía; desde que el Hombre es Hombre ha querido ser recompensado, con dinero o equivalentes, por un esfuerzo/trabajo mayor, y si no, ¡ahí te quedas!, ¡hazlo tú, o tu tía! El propio Samuelson sugiere que ignorar este Dato de la Naturaleza human produjo, después de iniciales éxitos, el derrumbe de la URSS, y de la economía planificada: quiero que me pagues de acuerdo a mis méritos, a mi buen trabajo, a mi rendimiento, y no como a todos los demás. ¡Hum!, suena a excelencia, a meritocracia, a rechazo del Igualitarismo; ¿es todo este conjunto conceptual/conductual innato, genético, en el Homo Sapiens? He aquí una pregunta más para la psicología que para la economía, incluso para la metafísica; para que los filósofos la respondan …, yo lo soy, pero sutilmente me escabullo.

Estoy convencido de que muchos paisanos admiten como razonable esa desigualdad de ingresos, pero con frecuencia no se atreven a decirlo en voz alta, para no ser tildados por la izquierda brahmán de derecha extrema, de fascistas, de contrario al Pensamiento Único (que no es tal). O puede que sean dependientes de comercio, mal pagados, y que exigen que sus jefes, que las multinacionales repartan sus gigantescos beneficios.

En suma, el comunismo es Igualitarismo: no hay personas más inteligentes, más esforzadas, más ingeniosas, más divertidas, más altas, más guapas, más motivadas, más ligonas, más guay. No todos somo Iguales, y también nuestro trabajo y sus productos. Sin embargo la teoría de la evolución lo refuta, al basarse toda ella en las múltiples y constantes variaciones que surgen en las especies; la diversidad genética la riqueza del mundo de la Vida, y es un hecho empírico, no una conjetura en economía política.

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